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miércoles, 2 de febrero de 2011

El Cazador de Almas - Parte 6

Caminé por horas y horas. Ya era cerca de las diez de la noche, y todos los locales y comercios estaban cerrando. Compré comida chatarra que vendían en la calle y una gaseosa barata. No tenía celular, así que mi reloj era el único que me mantenía al tanto de todo. Caminé y caminé. Ya ni sabía dónde me encontraba... Pero de repente vi algo muy familiar... Un muchacho que tenía un largo saco negro y cabello extraordinariamente lacio. Estaba acompañado de una mujer muy llamativa. Tenía un vestido rojo muy ajustado y era casi del alto del muchacho, de 1, 75 mts. Sin duda era Cheos, quien temía que me viera de nuevo. No quería volver a tener que enfrentarlo con mi golpe en la cara, porque así tendría una larga conversación explicándole mi problema, y sinceramente no quería ver a nadie. ¿Y quién era esa mujer? Tenía silueta de modelo, y el cabello perfectamente recogido. Todas las miradas estaban sobre ella, criticas femeninas, silbidos masculinos. Incluso le gritaron 'zorra'. ¿Será la hermana de él? ¿La novia? Aunque tendría unos treinta y tantos... Tal vez era la tía...

Estaban dándome la espalda... Incluso se alejaban de mí, no me habían visto. Pero justo cuando unos cuantos cabellos se me cruzaron por la nariz, debido a la brisa de verano causando un leve estornudo - No estornudo muy fuerte, que digamos - la mujer, quien estaba a unos veinticinco metros de mí se dio la media vuelta, y puedo jurar que me miró con un gesto frívolo y repelente hacia mí. No sabía que hacer, así que me quedé congelada en medio de la vereda. Pasaron los segundos y vi a la mujer; y antes de que ésta reaccionara, doblé a la esquina en donde estaba la peatonal de la ciudad. Caminé como unas tres cuadras, hasta que entré a una galería de compras y deambulé por unos minutos. No sabía por qué estaba tan exaltada. Quizá porque no deseaba que nadie me viera. Quería ser anónima. Y no quería que la extraña personalidad de aquel chico me afectara cuando estaba tan sensible. Pasé por un enorme espejo y vi mi horrenda imagen. Mi mejilla estaba casi desfigurada por el hematoma, pero al menos había dejado de sangrar. Me toqué el golpe y me quejé casi en silencio. Luego me acomodé el cabello, que, al ser abundante, lo hacía más difícil de arreglar. Toda la agitación del día me había convertido en una persona con apariencia desordenada y de demente. Así que peiné con mis manos y aplasté un poco el frizz a mi ondulado y cobrizo cabello, y acomodé un mechón en mi cara de tal forma que ocultara un poco la herida e hinchazón. También acomodé mi pollera y mi musculosa, que se encontraban un poco desordenadas tras el horrible evento por el que pasé.
Salí de la galería de compras y caminé unos metros más. La espesura de la noche cayó precipitadamente sobre mí, y me ayudó a tomar consciencia de que no tenía rumbo fijo, y que era muy estúpido quedarme en medio de la noche sola. Por suerte, era una ciudad grande y la gente seguía por las calles, así que tenía un poco más de tiempo. A todo esto encontré un banco vacío en medio de la peatonal, así que me senté a decidir que hacer.
"¿Y si voy a la comisaría?" Pensé. Pero luego recordé que todavía era menor de edad, y de alguna forma me devolverían a mi casa, o a la de algún otro familiar. Seguramente mi madre entró a mi habitación para pedirme unas falsas disculpas y el típico discurso de que "no lo volvería a hacer" y mi papá gritándole desde el comedor, mientras ella luego me echaría la culpa de todo. Pero como no me encontrará, seguramente fingirá preocupación pero en el fondo sé que en realidad será feliz... pero para quedarse tranquilos con sus consciencias llamarán a todos los conocidos. Pero no se esforzarán por buscarme, y la verdad, no me importa.
Luego recordé que tenía gran cantidad de dinero de mis ahorros como para alquilarme un cuarto por esta noche. Luego de descansar y recapacitar, me levanté del asiento y seguí mi rumbo ahora fijo para dirigirme a un hotel, pero algo cambió mis planes. Eran esa mujer y Cheos, a medio metro de mí, mirándome con cierta desaprobación, y ella, con una sarcástica sonrisa en su rostro.

*

martes, 1 de febrero de 2011

El cazador de almas Parte 5

Me molesto no poder conversar con Cheos, aunque algo me decía que debía alejarme de el, que no era una persona buena o confiable, igualmente mi urgencia de partir era inmediata. Luego de ver las noticias logre dormirme, pero al despertar, mis padres habían llegado.
Mi madre estaba enojada, sabia lo que significaba eso.
-'A que hora llegaste ayer?'
-'Pasadas las cinco'- respondí mintiendo.
-'Estas mintiendo, y estoy cansada de tus mentiras' -grito mi madre.
Que situación predecible, ellos se peleaban y descargaban su ira en mi.
Me empujo, mis ojos ya cansados de esas escenas querían descansar.
-'Madre por favor, no discutamos'- le dije en un susurro.
-'No me vas a decir que hacer.'-
Yo ya no entendía que decir para evitar un problema, lo inevitable venia.
Levanto su mano y me pego una cachetada con su peor ira.
El dolor y el ardor se veía en mis pómulos ahora rojos.. pero eso no seria suficiente.
Cerro su puño con ojos asesinos, y las lágrimas me rebalsaron.
Me levante rápidamente del piso, acaricie mi cara con la mano, y me sangraba muchisimo, entonces me encerré en mi oscura habitación.
Algo comenzaba a crecer en mi, y me temí lo peor, se que la ira se adueño de mi desde el momento en que se entero su embarazo, pero cada día que pasaba era peor, y el miedo me colapsaba.
El picaporte de la puerta se movía violentamente intentando entrar, pero después de encerrarme, si alguien entraba iba a ser poco mas para dejarme en un hospital.
Agarre mis cosas: ropa, que no era mucha, un cuaderno, mi mp3 y mis ahorros, que eran bastantes, y me quede esperando al atardecer, hora en la que ellos se iban para irme yo también.
Las horas eran eternas, un escalofrío me recorrió, estos días parecían tener una tendencia oscura.
Cuando la hora llego, con nervios me tire de la pequeña ventana de mi habitación, y aunque no tenia porque, lo hice silenciosamente para asegurarme que todo saldría bien.
Corrí, no tenia ningún rumbo fijo, pero se que algo me salvaría de aquella noche, cuando vi unas piernas, se que iba a tropezar.
-'Cuidado!' ¿Cheos?- dije sorprendida.
- ¿Eh? todavía recordas mi nombre?- Me lo dijo con un desprecio, que me hizo sentir avergonzada.
-Si! difícil de olvidarlo.. ¿Que haces por acá?- dije intentando evadir mi incomodidad. No quería que notara mi pómulo ensangrentado, sino la conversacion se haría muy extensa, por lo que no saque mi mano de allí.
- Sólo medito. Estoy descansando.- respondió desganado.
- Ah. Yo también... - Hice una pausa, no servía para mentir.
- En realidad... estoy escapándome. Me tengo que ir... No puedo detenerme a hablar ahora mismo.
- Entiendo. Hay un alma sucia en tu hogar. No es bueno para ti, ¿no?
- ¿Qué? - ¿Como sabia el algo así? mi cuerpo empezó a temblar recordando el golpe de mi madre.
- Mira, no tengo tiempo para charlas, Cheos. Y estoy un poco apurada... Necesito irme ahora mismo..- Comencé caminando lentamente, y me mire la mano, con sangre todavía por la herida. No sabia a donde iría, quizás al bosque que se encontraba un tanto lejos, no tenia rumbo ni destino.
*