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viernes, 18 de marzo de 2011

El cazador de Almas - Parte 8

La casa tenía un frente monumental. Los escalones eran de una madera, gastada por los años, pero muy bien conservada. Tenía el lustre rayado. Las barandas estaban formadas con balaustres de cemento, con rastros de humedad muy vigentes. En el pórtico había una pequeña galería que recorría el frente de la casa, en el cual se presentaban dos ventanales al lado de la puerta. Los ventanales eran de más o menos de un metro y medio o más. La puerta era de madera, con un tallado muy artístico y singular, muy de época. La fachada de la casa era de estilo europeo, y predominaba la madera y cemento. Tenía algunos detalles con rocas a la vista. Era de tres pisos, por lo que me pude percatar, y, a pesar de la humedad, se encontraba en muy buen estado. Las columnas, eran muy vistosas, ya que eran altas y decorosas, también algo erosionadas por la humedad. En un costado de la casa, predominaba una hermosa enredadera que no dejaba ver toda la pared de ese lateral. El pequeño jardín delante de la casa tenía dos faroles antiguos y un banco de madera y hierro, en muy buen estado, pero completamente humedecido por la lluvia y lluvias anteriores. Hasta ahí no pude apreciar a fondo la casa, pero sabía que no sería la última noche en la que estaría allí.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El cazador de Almas. - Parte 7

No sabia que hacían allí, si era obvio que estaba caminando exaltada hacia otro lugar para no hablarles.
La mujer rubia clavo sus ojos en mi, y su sonrisa se borro, sentí un dolor de cabeza que me paralizó, y fue entonces cuando Cheos tocó su hombro y ella miro hacia otro lugar, increíblemente el dolor paro.
-¿Que te pasó en la cara?- Me pregunto él, con una mirada oscurecida.
-Me caí.- respondí mas apresuradamente de lo creíble.
La rubia dejo entrever de nuevo una sonrisa radiante que era para causar envidia a cualquier persona, y mas en mi, ya que debía tener una imagen espantosa en ese momento, sumando mis nervios, y también sin lugar a donde ir.
-Te noto tensa, ¿Tenés algún lugar donde quedarte?-
-Si- mentí. No quería causar más molestias, notaba que no era bienvenida por parte de ella.
Quise dar media vuelta, no veía la hora de irme de esa incómoda situación a la que me habían sometido. Pero Cheos insistió:
-¿Estás segura? - Me lo dijo con la misma frialdad hiriente de siempre.
- Mirá, no quiero molestar. Ya hice reservación en un hotel barato de acá cerca, así que me voy.
-Yo se cuando la gente miente. Lo veo todo el tiempo. Y estás mintiendo. - Me dijo la mujer rubia que estaba callada hasta el momento, con un tono despectivo. -Así que vas a tener que venir con nosotros, si no querés que te pase algo malo, además, están cerrando los comercios. - Me dijo de una forma mas "suavizada". Sinceramente, dudaba que me alquilen una habitación en este estado deplorable. Sentía una cierta confianza y a la vez intimidación por parte de Cheos. La mujer, me intimidaba, pero la veía, entre muchas cosas, sincera. Así que accedí.
- Estamos a una hora de aquí. Es un lugar tranquilo... - Dijo Cheos, con la mirada baja.
- Okey. Muchísimas gracias... - Dije, avergonzada.

Nos dirigimos a un auto, bastante lujoso. Y aunque nose de automóviles, supuse que era un BMW, por el pequeño sello que tenía en el capó delantero. La rubia mujer me dijo "Sube", con un tono antipático y desinteresado, y además agregó "cuidado con la puerta, no la rayes o te mato". Supuse que lo dijo con cierto tono de broma ácida. Cheos se sentó adelante, en el asiento del acompañante mientras la mujer conduciría. Me senté atras y coloqué mi pequeño bolso al costado. Me puse el cinturón de seguridad con timidez. Ellos ni se preocuparon por aquello.
- ¿Estás bien? - Me dijo Cheos, apagado. - Cuando lleguemos te pondrás hielo. No seas estúpida y no te toques más la herida.
- Gracias... Lo voy a hacer. - Dije, con toda la vergüenza encima de mi cuerpo.
Mientras, la mujer, largo varias risitas sarcásticas que sinceramente más que intimidarme me sacaban de quicio. Así que me puse el mp3 a un volumen moderado, por las dudas que Cheos me preguntara algo.
No sabía si era por el cansancio o el estrés, pero el viaje duró más de una hora para mi gusto. Me quedé dormida, y tuve un sueño perturbante, era casi como el anterior.
Me encontraba sola en la oscuridad, y allí apareció de vuelta esa imagen que despertaba las sensaciones salvajes de mi alma. Con su tacto helado posó las yemas de sus dedos en mi frente y comenzó a susurrarme miles de palabras intensas, que no llegué a descifrar. Sentí su respiración precipitada a centímetros de mi cara, y escuché una risa tétrica, triste. Comencé a llorar, en aquel oscuro sueño, en el que no veía nada, excepto una tenue figura de intensa presencia.
Y con un helado beso en la frente, sentía la piel y los labios de un muerto, familiar pero desconocido a la vez, que arrastraba el lado más vivo en mí y lo llevaba al borde del suicidio. Desperté exaltada, casí al borde del llanto, ¿Cómo podía ser que un sueño tan simple y extraño como ese, despertaría aquel lado oscuro de mi alma, al borde del abismo, de la angustia?
Todavía estábamos viajando en el auto. Cheos me miró. Estaba serio, inerte, como siempre. Yo, agitada, aterrada. Y lo que más me había aterrado era ver esa reacción, esa presencia. El ver a Cheos antipático a mi situación, como si supiera lo que me sucedía, pero sin hacer nada al respecto, y, además, esa mujer, frívola y absorbente, que sólo conducía (y a velocidades extraordinarias), sin prestarle atención a nada ni nadie.
Mi herida comenzó a doler otra vez. Cheos volvió a mirar al frente sin articular palabra. Yo miré por la ventana, y sólo veía espesos árboles en un estrecho camino. Esto no quedaba cerca de mi casa. Ni siquiera a una hora de mi casa.
- ¿Dónde estamos? - Dije mientras guardaba mi mp3 en el bolso.
- Cerca. - Contesta Cheos. - Pero no te duermas porque sería inútil.
- Okey. - Miré hacia la ventana.
Ya me empecé a asustar. Entre el silencio con dos casi desconocidos y en medio de un bosque que seguramente se encontraba más que lejos de casa, mis pensamientos desbordaban en el horror. Me volví paranoíca. ¿Y si me secuestraban para luego matarme? Total, nadie me buscaría. ¿Y si pertenecen a algun tipo de secta? ¡Qué estúpida fui al dejarme convencer! ¡Al terminar viajando con dos personas que apenas intercambié palabra! ¡Además que me mintieron, diciendo que me llevarían a un lugar mas o menos cercano, pero terminé en un lugar completamente aislado!

Pero por otro lado, ¿A quién más iba a recurrir? Tal vez me tomé eso de "una hora de aquí" como algo muy literal. Seguramente no está tan lejos. Pero luego miré la hora y me sorprendí.
- ¡Las dos de la madrugada! - Dije exaltada. - ¡Pero si salimos a las once! ¡Viajamos por tres horas!
- El atajo estaba cerrado. - Dijo la mujer, con asquerosidad.
Aunque no le creí, preferí callarme la boca, para evitar escucharla. Una leve llovizna comenzó a caer, y comenzó a hacer frío. El camino estaba oscuro, lo único que iluminaba el lugar era el caro automóvil, que se movía con una elegante y prolija trayectoria.
Sin darme cuenta, ya estábamos llegando. Me di cuenta, porque el auto se detuvo, en un portón, de hierro con rejas de forja, formando elegantes decoraciones, con las rejas de hierro masizo de color negro, con pequeñas gárgolas de cemento en las columnas de roca a la vista de los costados del alto portón, dando un toque espeluznante, elegante y antiguo. Parecía un poco descuidado, aunque el césped del terreno estaba corto y prolijo, en medio del bosque. Había un enorme candado. Cheos bajó del coche y de su sobretodo sacó una llave de hierro, muy elegante, como sacada de una novela victoriana. Con un poco de esfuerzo logró abrir el candado, y así, el pesado portón. La mujer entró con el caro vehículo, y Cheos cerró el portón y volvió a subir al auto. La conductora comenzó a conducir despacio, porque obviamente estabamos adentro de la casa, al menos, estábamos en el patio.
El terreno parecía ser amplio. No se veía con claridad debido a la oscuridad y la lluvia, por lo tanto no pude ver nada, excepto una fuente que parecía ser cara, antigua y preciosa, como todo lo que hasta ahora había visto. Ahí fue cuando empecé a pensar de que Cheos era, probablemente, un hijo malcriado y rebelde de ricachones. Mi miedo disminuyó por esa estúpida suposición.

El coche definitivamente había parado ahora. La mujer apagó el motor y abrió la puerta; y Cheos también. Se dejó escuchar el fuerte ruido de lo que antes era una leve llovizna. Cuando estaba a punto de cerrar la puerta del coche, la joven mujer me dijo con sequedad: "baja, ya llegamos."

Así que obedecí. Pero antes, abrí mi mochila y vi un saquito que tenía en el bolso, lo agarré y me cubrí la cabeza. Miraba al suelo, seguía los pies de Cheos y la mujer. El saco en mi cabeza y la tormenta no me dejaban ver nada más.
De repente, un escalón de madera, de apariencia vieja pero resistente se atravesó en mis botas. La lluvia ya no me tocaba, estaba en el frente, el pórtico de la casa. Cuando alzé la mirada, vi algo impresionante. La casa no era nada más ni nada menos que una hermosa casona antigua.

*
Escrito por Kath y Eve.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El Cazador de Almas - Parte 6

Caminé por horas y horas. Ya era cerca de las diez de la noche, y todos los locales y comercios estaban cerrando. Compré comida chatarra que vendían en la calle y una gaseosa barata. No tenía celular, así que mi reloj era el único que me mantenía al tanto de todo. Caminé y caminé. Ya ni sabía dónde me encontraba... Pero de repente vi algo muy familiar... Un muchacho que tenía un largo saco negro y cabello extraordinariamente lacio. Estaba acompañado de una mujer muy llamativa. Tenía un vestido rojo muy ajustado y era casi del alto del muchacho, de 1, 75 mts. Sin duda era Cheos, quien temía que me viera de nuevo. No quería volver a tener que enfrentarlo con mi golpe en la cara, porque así tendría una larga conversación explicándole mi problema, y sinceramente no quería ver a nadie. ¿Y quién era esa mujer? Tenía silueta de modelo, y el cabello perfectamente recogido. Todas las miradas estaban sobre ella, criticas femeninas, silbidos masculinos. Incluso le gritaron 'zorra'. ¿Será la hermana de él? ¿La novia? Aunque tendría unos treinta y tantos... Tal vez era la tía...

Estaban dándome la espalda... Incluso se alejaban de mí, no me habían visto. Pero justo cuando unos cuantos cabellos se me cruzaron por la nariz, debido a la brisa de verano causando un leve estornudo - No estornudo muy fuerte, que digamos - la mujer, quien estaba a unos veinticinco metros de mí se dio la media vuelta, y puedo jurar que me miró con un gesto frívolo y repelente hacia mí. No sabía que hacer, así que me quedé congelada en medio de la vereda. Pasaron los segundos y vi a la mujer; y antes de que ésta reaccionara, doblé a la esquina en donde estaba la peatonal de la ciudad. Caminé como unas tres cuadras, hasta que entré a una galería de compras y deambulé por unos minutos. No sabía por qué estaba tan exaltada. Quizá porque no deseaba que nadie me viera. Quería ser anónima. Y no quería que la extraña personalidad de aquel chico me afectara cuando estaba tan sensible. Pasé por un enorme espejo y vi mi horrenda imagen. Mi mejilla estaba casi desfigurada por el hematoma, pero al menos había dejado de sangrar. Me toqué el golpe y me quejé casi en silencio. Luego me acomodé el cabello, que, al ser abundante, lo hacía más difícil de arreglar. Toda la agitación del día me había convertido en una persona con apariencia desordenada y de demente. Así que peiné con mis manos y aplasté un poco el frizz a mi ondulado y cobrizo cabello, y acomodé un mechón en mi cara de tal forma que ocultara un poco la herida e hinchazón. También acomodé mi pollera y mi musculosa, que se encontraban un poco desordenadas tras el horrible evento por el que pasé.
Salí de la galería de compras y caminé unos metros más. La espesura de la noche cayó precipitadamente sobre mí, y me ayudó a tomar consciencia de que no tenía rumbo fijo, y que era muy estúpido quedarme en medio de la noche sola. Por suerte, era una ciudad grande y la gente seguía por las calles, así que tenía un poco más de tiempo. A todo esto encontré un banco vacío en medio de la peatonal, así que me senté a decidir que hacer.
"¿Y si voy a la comisaría?" Pensé. Pero luego recordé que todavía era menor de edad, y de alguna forma me devolverían a mi casa, o a la de algún otro familiar. Seguramente mi madre entró a mi habitación para pedirme unas falsas disculpas y el típico discurso de que "no lo volvería a hacer" y mi papá gritándole desde el comedor, mientras ella luego me echaría la culpa de todo. Pero como no me encontrará, seguramente fingirá preocupación pero en el fondo sé que en realidad será feliz... pero para quedarse tranquilos con sus consciencias llamarán a todos los conocidos. Pero no se esforzarán por buscarme, y la verdad, no me importa.
Luego recordé que tenía gran cantidad de dinero de mis ahorros como para alquilarme un cuarto por esta noche. Luego de descansar y recapacitar, me levanté del asiento y seguí mi rumbo ahora fijo para dirigirme a un hotel, pero algo cambió mis planes. Eran esa mujer y Cheos, a medio metro de mí, mirándome con cierta desaprobación, y ella, con una sarcástica sonrisa en su rostro.

*

martes, 1 de febrero de 2011

El cazador de almas Parte 5

Me molesto no poder conversar con Cheos, aunque algo me decía que debía alejarme de el, que no era una persona buena o confiable, igualmente mi urgencia de partir era inmediata. Luego de ver las noticias logre dormirme, pero al despertar, mis padres habían llegado.
Mi madre estaba enojada, sabia lo que significaba eso.
-'A que hora llegaste ayer?'
-'Pasadas las cinco'- respondí mintiendo.
-'Estas mintiendo, y estoy cansada de tus mentiras' -grito mi madre.
Que situación predecible, ellos se peleaban y descargaban su ira en mi.
Me empujo, mis ojos ya cansados de esas escenas querían descansar.
-'Madre por favor, no discutamos'- le dije en un susurro.
-'No me vas a decir que hacer.'-
Yo ya no entendía que decir para evitar un problema, lo inevitable venia.
Levanto su mano y me pego una cachetada con su peor ira.
El dolor y el ardor se veía en mis pómulos ahora rojos.. pero eso no seria suficiente.
Cerro su puño con ojos asesinos, y las lágrimas me rebalsaron.
Me levante rápidamente del piso, acaricie mi cara con la mano, y me sangraba muchisimo, entonces me encerré en mi oscura habitación.
Algo comenzaba a crecer en mi, y me temí lo peor, se que la ira se adueño de mi desde el momento en que se entero su embarazo, pero cada día que pasaba era peor, y el miedo me colapsaba.
El picaporte de la puerta se movía violentamente intentando entrar, pero después de encerrarme, si alguien entraba iba a ser poco mas para dejarme en un hospital.
Agarre mis cosas: ropa, que no era mucha, un cuaderno, mi mp3 y mis ahorros, que eran bastantes, y me quede esperando al atardecer, hora en la que ellos se iban para irme yo también.
Las horas eran eternas, un escalofrío me recorrió, estos días parecían tener una tendencia oscura.
Cuando la hora llego, con nervios me tire de la pequeña ventana de mi habitación, y aunque no tenia porque, lo hice silenciosamente para asegurarme que todo saldría bien.
Corrí, no tenia ningún rumbo fijo, pero se que algo me salvaría de aquella noche, cuando vi unas piernas, se que iba a tropezar.
-'Cuidado!' ¿Cheos?- dije sorprendida.
- ¿Eh? todavía recordas mi nombre?- Me lo dijo con un desprecio, que me hizo sentir avergonzada.
-Si! difícil de olvidarlo.. ¿Que haces por acá?- dije intentando evadir mi incomodidad. No quería que notara mi pómulo ensangrentado, sino la conversacion se haría muy extensa, por lo que no saque mi mano de allí.
- Sólo medito. Estoy descansando.- respondió desganado.
- Ah. Yo también... - Hice una pausa, no servía para mentir.
- En realidad... estoy escapándome. Me tengo que ir... No puedo detenerme a hablar ahora mismo.
- Entiendo. Hay un alma sucia en tu hogar. No es bueno para ti, ¿no?
- ¿Qué? - ¿Como sabia el algo así? mi cuerpo empezó a temblar recordando el golpe de mi madre.
- Mira, no tengo tiempo para charlas, Cheos. Y estoy un poco apurada... Necesito irme ahora mismo..- Comencé caminando lentamente, y me mire la mano, con sangre todavía por la herida. No sabia a donde iría, quizás al bosque que se encontraba un tanto lejos, no tenia rumbo ni destino.
*

domingo, 30 de enero de 2011

El cazador de Almas - Parte 4

Su alma parecía pura y joven. Sus ojos reflejaban una inocencia y belleza como la de un niño. Sin embargo su mirada era filosa.
Pero su aura, era sombría, malévola. ¿Cómo podía ser esto posible? Pareciera como si sus ojos todavía no asimilaran la oscuridad de su persona. Se llama Erica... Nosé su apellido.
Era perfecta. Su extraña combinación y sus características eran perfectas para el puesto. Además, vi el odio y la nostalgia en todo su ser. Nunca me atreví a ver el interior de los humanos, las almas mas sucias del universo. Pero ella era mi exepción...
Ya había terminado con mis últimas dos almas. Todas las almas que tengo las tengo en mi bolsillo izquierdo de mi saco. Cuando vo el altar de mi Amo, las deposito allí, para su deleite.
Esas almas sucias e impuras. Esas almas, que irónicamente estaban aprisionando al alma más excéntrica y pura, el alma que necesito.
Cuando llego a mi "hogar" me encuentro con las calamidosas escenas como de costumbre. La paz se disipa en este lugar. Ignorando a todos me dirigo al Altar, a depositar las dos almas que me quedaban. Estiro mi mano a la estatuilla con el talismán, y repito la siguiente frase: "In nomine, Diabulus et Belial, Satan, Lucifer et Jahve". Luego, doy media vuelta sin mirar atrás a las almas retorciéndose y gimiendo de dolor siendo absorbidas por la estatuilla.

Era un día nuevo. Debía salir. Debía ver a Erica nuevamente, ganarme su confianza. Como de costumbre, tomé mi saco y partí de la penumbra. Hacía muchísimo calor afuera, en el mundo de los humanos, así que me saqué la pesada vestimenta y la colgué cuidadosamente en mi brazo. Tenía el talismán colgando en mi cuello. El sol me cegaba, era casi imposible divisar el exterior. Solo podía ver la silueta de los arboles en tanta luz y algunas personas pasar y mirarme. Caminé demasiado, hasta que me quedé atontado, pero pude darme cuenta que estaba en la misma esquina que la de ayer, cuando me despedí de la chica. Me senté allí hasta la tarde, hasta que empecé a ver mejor, cuando el sol se ocultaba. Estiré mis piernas y miré al cielo. Alguien se tropezó al pasar.
-¡Cuidado! - Oí la voz de una joven mujer. - ¿Cheos?
- ¿Eh? Todavía recuerdas mi nombre... - Dije con cierto desagrado.
- ¡Sí! Difícil olvidarlo... ¿Qué hacés por acá? - Me dijo un tanto incómoda y desconcertada. Sus ojos reflejaban preocupación. Y no despegaba su mano derecha de la mejilla.
- Sólo medito. Estoy descansando.
- Ah. Yo también... - Hizo una pausa brusca y tragó saliva. - En realidad... estoy escapándome. Me tengo que ir... No puedo detenerme a hablar ahora mismo.
- Entiendo. Hay un alma sucia en tu hogar. No es bueno para tí, ¿no?
- ¿Qué? - Dijo con los ojos humedecidos y comenzó a temblar. - Mirá, no tengo tiempo para charlas, Cheos. Y estoy un poco apurada... Necesito irme ahora mismo...
Cuando emprendió viaje, logro ver que suelta su mano de la cara, la cual divisé un golpe bastante severo, tanto que sangraba.

*

El cazador de almas, parte 3

Llegue a mi hogar, no podía dejar de pensar en lo que sucedió, por alguna razón Cheos me dio una extraña paz.
Un escalofrío me recorrió ¿¡Que tal si esos hombres volvían a buscarme o vieron donde vivía!?.
Estaba sola, temblando, aterrada de esta idea.
Necesitaba comer algo, ya que ultimamente descuidaba mi alimentación y estaba ligeramente delgada y mi aspecto sano se había derrumbado, pero al abrir la heladera, se me cerro el estomago.
Mis padres tardaban mucho, por lo que me recoste en el sillón, que daba hacia mi gran ventanal preferido, e intente tranquilizarme mientras la noche comenzaba a aparecer.
Desfallecí en un sueño.. la misma mirada siniestra que recordaba se encontraba frente a mi.
Comenzó a acariciar mis pómulos, formando un camino hacia mi barbilla, casi en inconsciencia había quedado del placer dulce y ardiente que sentía.. cuando entonces, sus ojos brillaron como dos cristales oscuros, y a través de mi cuerpo salia mi esencia, mi energía, mi alma.
Desperté transpirada, llena de nervios, la noche caía sentenciandome.
Tenia que entretenerme de alguna forma, prendí la televisión de mala gana para ver el noticiero.
ULTIMO MOMENTO! gritaba una voz de hombre ¡DOS HOMBRES SE ENCONTRARON MUERTOS TRAS BRUTAL ATAQUE, EL ASESINO DE AMBOS ESTA DESAPARECIDO!
Mis pupilas se dilataron! esos dos hombres son los que quisieron secuestrarme! los reconocí enseguida por las vestimentas que mostraron en la televisión.
Cheos los mato!! grite aterrada.

El cazador de Almas - Introducción 2da parte.

¡Ya el último día! Afortunadamente terminé mi año escolar con honores...
Mis compañeras me invitaron a festejar en algún restaurant de la ciudad, pero prefería llegar a mi casa a escuchar música y aprovechar al máximo y en soledad mi primer día de vacaciones...
Me dirigía camino a casa. Estaba feliz de que me encontrara sola y con mi comida en la heladera, como de costumbre. Caminé porque el colegio sólo quedaba a unas cuadras y tomé el camino más solitario, para evadir la muchedumbre de alumnos festejando y eufóricos.
Por el camino solitario era de mucha paz: Las casas antigüas, las veredas desquebrajadas por las raíces de los arboles, la sombra de las hojas bañando todo el paisaje, y lo mejor de todo: Ni un alma.
Pero de repente siento un fuerte golpe en mi nuca. Dos hombres altos y robustos me tomaron de los brazos por detrás y quisieron mi mochila y celular.
"¡Celular no tengo ahora mismo! Y mi mochila sólo contiene útiles." Dije nerviosa y alborotada. Todavía el golpe retumbaba en mi cabeza.
"Entonces nos vas a pagar de otra forma..." Dijo uno de los hombres robustos. Comencé a llorar. Quise gritar pero me taparon la boca mientras tomaban mi mochila. Cerré los ojos fuertemente y de repente sentí una repentina liberación: Los dos hombres cayeron en un golpe seco, inconscientes. Me di media vuelta y vi un muchacho con aspecto sombrío, de cabello oscuro y tez pálida.
-"Ya no te molestarán."- Dijo y me miró fijamente.
-Emmm... Muchas gracias. - Dije mientras me secaba las lágrimas.
-Tu aura... Es muy tenue y extraña.
-¿Mi que?
-Nada. - Dijo mientras se corría un mechon de pelo de la cara. Miró para abajo y luego me miró a los ojos. -Tiene el color de tus ojos.
-¿Mis ojos?- Estaba sorprendida. Mis ojos eran de un gris verdoso.

Nos quedamos parados ahí. Me estaba recuperando del shock, y los hombres no se movían. Recogí mi mochila y comencé a caminar. No quería parecer maleducada entonces dije:
-"¿Hacia donde vas?"
-Hacia allí (señaló hacia donde iría yo).
-¡Ah! Entonces vamos juntos.
Caminamos, casi en silencio. Ni siquiera me preocupé por esos dos tipos, si estaban vivos o muertos. Tampoco sentí miedo por mi extraño salvador, ni por su presencia lúgubre e impactante. No dejaba ver su cara mucho, y su forma de hablar era decidida e intimidante. No tenmía un acento similar al mío por lo tanto no era de por aquí, igualmente no sabía mucho de acentos.
-¿De dónde sos? - Dije rompiendo el hielo.
-De muy lejos. Estoy de visita.
-Ah, entiendo. ¿Te gusta por acá?
-Em, la verdad no me importa.
-Tus padres te obligaron, ¿No?
-¿Qué?- Se quedó en silencio un momento, cuando estaba por contestarle, habló - Ah. Sí.
-¿Edad? - Seguí hablando.
- Diescisiete. Y tu...
- Diesciseís. - Dije.
-Ya veo. - Dijo sin mirarme.
-Bueno, yo doblo acá. Nose si doblás conmigo o...
-Yo sigo derecho. Adiós.
-Chau, y... gracias.
-No hay porqué. Era mi obligación - Dijo con seriedad.
-No... de enserio, no era tu obligación...
-Si, era mi obligación, tenía que hacerlo.- Dijo aún con más seriedad.
-Ah. ¿Cuál es tu nombre? - Dije antes de irme. Tenía que saber el nombre de mi salvador.
- Cheos. - Pregunté de nuevo. Y me volvió a contestar sin hacer gesto, con la misma seriedad. Era un nombre que nunca había escuchado. - ¿Y el tuyo?
- Erica. - Le contesté y me miró a los ojos de nuevo. Su mirada era siniestra. Luego miré mi reloj y ya eran las seis pasadas de la tarde. Cuando volví a mirar el ya se estaba yendo. Yo seguí mi camino. Por suerte era verano y anochecía más tarde. Iba a dejar mi comida para la cena...

Fué un acontecimiento muy extraño, casi todo el camino a casa. Ese chico, esa presencia extraña. El intento de secuestro... todo fue muy extraño, me frotaba la nuca hasta llegar a casa y ponerme una bolsa de hielo, escuchar música y relajarme de una vez por todas.

sábado, 29 de enero de 2011

El Cazador De Almas. - Introducción. 1

Fuí enviado por Belcebú. Desde que tengo memoria. Soy hijo de la nada... me criaron las ninfas de las tinieblas. Mi infancia nunca tubo un momento de euforia... Pero, según el pensamiento humano, mis momentos de felicidad fueron momentos grotescos y retorcidos... pero sonreía, así que no era tan malo... ¿O sí?
Nunca ví al Amo y Señor en persona, pero dicen las ninfas y mensajeros que su presencia es impactante y paralizante.
"Él mandó a decirte que tu plazo aquí casi termina... Sólo te falta unas cuantas tareas por hacer..."
No sabía si ya quería irme... Por otro lado, no tengo opción. Las ninfas dicen que la luz del Sol es sofocante y la piel se pudre con sólo iluminarse por ella... Nosotros sólo salimos por las noches o los días de espesa neblina. Así somos casi invisibles. Aunque yo no soy como las Ninfas, ni como los mensajeros, ni como El Amo. No soy como nadie. Aunque se comenta que soy como un humano, aunque yo no veo nada humano en mí.
Yo no estoy en El Reino por nada... Yo nací para servirle al Amo, a Belcebú. Yo soy el que caza las almas para su placer... Pero el dijo que me liberaría porque no podía conservara a un alma con vida por mucho tiempo. Si yo me quedaría aquí al cumplir los diesiocho todo El Reino se disolvía por completo, incluyéndose a el Amo y toda su "compañía". Es un arreglo que tubo que hacer hace mucho tiempo, según cuentan las ninfas.
Me pidieron traer cien almas más y, al terminar con mi tarea, tenía que traer otra alma viva para mantener este puesto, porque un alma muerta no tiene la misma fortaleza que una viva, y esto no puede terminar luego de mi liberación. La verdad es que cazar cien almas no toma mucho. Lo que tomará bastante tiempo es entrenar a aquella desafortunada alma que abandonaría todo para hacer este trabajo sí o sí. ¿A quién debo escoger? No lo sé. Dicen los mensajeros que debo encontrar a alguien con el Aura lo suficientemente oscura como para ocupar mi puesto. Y, por supuesto, debe ser humano, y en lo posible, que sea fácil de desaparecer su humanidad, como lo hicieron conmigo, aunque fui "criado" así. Tengo que disimular, camuflarme... para poder encontrar a ese alguien, es mi pobre y triste tarea, pero primero... debo obedecer a la lista de almas que me debo llevar. Me llamo Cheos y tengo diescisiete años. Y soy un cazador de Almas.